Estimo que todos aquellos que hemos revisado o estudiado el T-MEC podemos concluir de manera generalizada: La industria tendrá mayor certeza. Si estás a favor del Tratado, lo ves fallido o inclusive piensas que hubo retroceso, sí podemos estar de acuerdo en que el tener unas reglas claras y preacordadas es preferible a estar con lagunas y partes sujetas a interpretación.

Lo peor que le puede suceder a un país, industrializado o en vías de industrialización, es que exista incertidumbre en las reglas del juego. Los inversionistas tienden a gravitar en torno a minimizar el riesgo y tener la certeza de que su inversión sea protegida por las reglas y las leyes de los países donde se lleve a cabo dicha inversión.

 El T-MEC ya fue ratificado y aprobado por los tres países miembros y sus respectivos cuerpos gubernamentales, esto da certeza de las reglas del juego y ya podrán proceder los diferentes actores de la industria para establecer su planeación y sus inversiones por varios años. Esto es bueno para los tres países, pues será el principio de una recuperación económica después de lo que se ha vivido en la pandemia. El T-MEC no es la solución total para los países, pero cuando menos existen reglas claras para poder operar el comercio en uno de los bloques económicos más grandes del mundo.

Las elecciones en el país vecino del norte no han concluido ya que aún queda pendiente el veredicto final del Colegio Electoral. Se tiene que dar tiempo para desahogar los cuestionamientos jurídicos que se están planteando sobre la elección. Solo puede haber un Presidente de Estados Unidos a la vez, y el Presidente electo tomará posesión del término de los próximos 4 años hasta enero de 2021. 

Mientras todo esto acontece, continúan el comercio, los negocios y la búsqueda del porvenir por parte de los trabajadores. Las fuerzas del mercado son poderosas y sea quién sea el próximo Presidente de los Estados Unidos de América, estas fuerzas estarán en juego. El Tratado fue firmado tomando como base lo que era conveniente para los tres firmantes y estas conveniencias continuarán imperando independientemente del resultado de las elecciones. Solo una confusión política y civil (que NO la vemos) o la propagación por tiempo extendido de la pandemia y su mortalidad (que NO sabemos) podrá descarrilar el futuro económico del bloque de Norteamérica.

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