El momento histórico en el que nos encontramos viviendo trae consigo grandes desafíos globales en materia de medio ambiente, equidad de género, igualdad económica y transparencia; mismos que necesitan ser atendidos de forma conjunta por los sectores público, privado y social. 

En México, uno de los principales desafíos está relacionado con desmantelar las redes de corrupción existentes en los tres niveles de gobierno y en los cuales tiene participación el sector privado y la ciudadanía; de ahí la necesidad de mejorar los mecanismos e instrumentos que permitan controlar el actuar de la administración pública, pero que también permitan investigar y sancionar a quienes desde el ámbito privado formen parte de ellos.

Esta exigencia ha logrado que se desarrollen instrumentos de regulación más estrictos que permiten transparentar todas las operaciones que se realicen entre dichos sectores; un ejemplo de estos mecanismos de anticorrupción es la Ley General de Responsabilidades Administrativas que, además, regula a las organizaciones privadas.

Ahora bien, la gestión ética de una empresa o institución es sumamente importante para la sostenibilidad de las mismas; para dicho fin se vuelve indispensable la adopción de políticas de integridad corporativa para combatir la corrupción en nuestro país.

Al hablar de integridad corporativa nos referimos a la cultura organizacional que fomenta un ambiente de trabajo guiado por valores compartidos y, sobre todo, que influye en el comportamiento de las personas que colaboran dentro de la organización con la finalidad de que puedan tomarse las decisiones correctas.

Las siguientes son solo algunas de las acciones que las empresas e instituciones gubernamentales puede implementar para reforzar la integridad corporativa entre sus colaboradores:

  • Realizar una evaluación de su actual marco de cumplimiento normativo.
  • Examinar las actitudes del personal sobre los riesgos y las presiones que los orillen a realizar algo incorrecto, y fortalecer con acciones o mecanismos su actuar dentro del marco ético y normativo.
  • Desarrollar políticas y procedimientos que influyan en el comportamiento individual en todos los niveles y reforzar con entrenamiento y comunicación los mismos.
  • Utilizar los datos para obtener una visión medible de los comportamientos reales en su organización.

Sin embargo, aun con el fortalecimiento de dichas acciones, es necesario que tanto el sector público como el privado informe sobre la forma y nivel de cumplimiento de sus políticas internas, como un medio de rendición de cuentas sobre sus acciones anticorrupción.

Con la evolución de la pandemia mundial que hemos afrontado actualmente, muchas de las empresas se han encontrado bajo una presión extrema para sobrevivir, ocasionando que puedan tomar decisiones poco éticas; por ello se vuelve aún más importante que nunca monitorear la integridad personal y corporativa de las organizaciones.

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