“Por medio de la microempresa, el ingenio se convierte en prosperidad”.
Obispo H. David Burton
Tanto a nivel nacional como internacional, las Microempresas y las Pequeñas y Medianas Empresas (Mipymes) contribuyen al combate contra la pobreza, pues generan empleo y oportunidades de desarrollo económico.
Tan preponderante es el reconocimiento que ha alcanzado su rol en la economía que incluso desde el 2017 la ONU declaró el 27 de junio el Día de las Mipymes y hay cifras que así lo ratifican.
A nivel mundial, estos negocios representan el 90 por ciento del total de las empresas, generan entre el 60 y 70 por ciento del empleo y son responsables del 50 por ciento del Producto Interno Bruto a nivel mundial, de acuerdo al Consejo Internacional para la Pequeña Empresa.
En México de los 4.9 millones de establecimientos del sector privado y paraestatal registrados en los Censos Económicos 2019, 99.8% pertenecen al conjunto de establecimientos micro, pequeños y medianos, así lo señalan los Resultados de la segunda edición del ECOVID-IE y del Estudio sobre la demografía de los negocios (EDN) 2020.
Sin embargo, durante el complejo año 2020 se vieron afectadas muchas Mipymes por la pandemia, lo que trajo el cierre definitivo de 1 millón 10 mil 857 de estos establecimientos, es decir, 20.81% no pudieron superar la situación de crisis. El EDN 2020 estima que sobrevivieron 3.9 millones, que representan el 79.19%.
Algunos de los retos que enfrentan las Mipymes para perdurar son la falta de financiación o apoyos gubernamentales, así como la carencia de oportunidades para expandirse, además deben potenciar una de sus virtudes: la capacidad para adaptarse a los cambios del mercado actual, deben ser más flexibles y responder a él lo más rápido posible.
Su labor no es sencilla, pues más de la mitad de las nuevas empresas cierran durante el primer o segundo año de vida. Algunos factores por los cuales se presentan estas situaciones son:
- Carencia de tecnología.
- Falta de capacitación a los empresarios.
- Poca planificación empresarial.
- Poca regulación del comercio informal que provoca una competencia desleal.
- Altos costos en la nómina, pago de impuestos y diversos pagos en licencias o trámites que requieren para que el negocio opere.
¿Cómo ha sido la evolución de las Mipymes a lo largo del tiempo? En México se ha dado en tres etapas:
- Años 50´s y 60´s. En este periodo las Mipymes, en especial las del sector industrial, empezaron a adquirir relevancia, puesto que en ese momento estaba vigente el modelo de sustitución de importaciones, que permitió -en un contexto de economía cerrada y mercado interno reducido- realizar un “proceso de aprendizaje”, pues consiste en que un país transforme las materias primas que posee en lugar de exportarlas. Por lo tanto, al existir ciertas limitaciones no se logró la productividad y la calidad esperada.
- Años 70´s y 80´s. No se les dio importancia debido a que fue una época de inestabilidad macroeconómica y el enfoque estuvo en sobrevivir.
- Años 90´s. Fue en esta década que México se abrió al comercio exterior y existió financiamiento externo y hubo estabilidad económica interna.
- Año 2019. Se expidió la Ley para el Desarrollo de la Competitividad de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa, donde se estipularon algunos criterios para definir el tamaño de cada una, se tienen conocimiento que estos han variado desde 1954, consideran aspectos de grado desarrollo y sectores. Actualmente se componen de la siguiente manera:
- Microempresa es un negocio de no más de 10 colaboradores. Generan anualmente ventas de hasta por 4 millones de pesos, las cuales representan el 95% del total de las empresas y el 40% del empleo en el país.
- Pequeña empresa es el negocio que cuenta de 11 a 50 trabajadores en los sectores industrial y de servicios; en caso del sector comercio abarca de 11 a 30 trabajadores.
- Mediana empresa es el negocio que cuenta de 51 a 100 trabajadores en los sectores industrial y de servicios; en caso del sector comercio abarca de 31 a 100 trabajadores.
En conclusión, las MiPyME son grandes generadoras de empleo y crea nuevas posibilidades de desarrollo económico, tanto para el emprendedor y su familia, así como, para sus trabajadores. Aprendamos a consumir lo local.
Por Sandra Ramos Bautista y Vanessa Concepción Llorente Cortés